Unos turistas abandonan una casa rural en Galicia por los cantos de un gallo y los dueños alucinan: “Fue surrealista”

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Un vistazo global a través de las redes.

En la era digital, el acceso a opiniones y experiencias sobre lugares y servicios en cualquier rincón del mundo se ha democratizado gracias a las redes sociales. Antes, para decidir dónde alojarse, nos basábamos en recomendaciones de amigos cercanos o en guías turísticas limitadas. Hoy en día, cualquier persona con un smartphone puede compartir su experiencia desde cualquier parte del planeta, permitiéndonos comparar una variedad infinita de opciones que, en otras circunstancias, permanecerían desconocidas.

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Esta posibilidad de conectar con opiniones y reseñas de viajeros que están experimentando situaciones similares en tiempo real nos brinda una herramienta invaluable para tomar decisiones informadas. Las vivencias de quienes han cruzado fronteras y se encuentran inmersos en culturas distintas son ahora accesibles para cualquiera, transformando nuestra percepción sobre lo que significa viajar y conocer nuevos lugares. Las experiencias individuales, al ser compartidas en plataformas como Instagram o Booking, se vuelven colectivas, proporcionando un recurso global para futuros viajeros.

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El lado oscuro de la comodidad.

Un ejemplo claro de esta nueva realidad se puede observar en lo sucedido en Casa Elvira, una acogedora casa rural en el tranquilo municipio de San Amaro, Ourense. Este establecimiento, frecuentado por aquellos que buscan desconectar del ajetreo urbano, se caracteriza por ofrecer un ambiente donde no falta detalle para garantizar la comodidad de sus huéspedes. Entre los comentarios que destacan sobre el lugar, se pueden leer frases como: “cama comodísima de 180×200”, “todo super limpio y bien cuidado”, “los anfitriones son bellísimas personas y muy atentas”, “los gatines que hay por los alrededores son un amor” y “hay una poza refrescante y un jardín”. Sin embargo, no todo es perfecto; la paz del lugar se ve perturbada por un inesperado elemento: un gallo. Este pequeño detalle, que para algunos podría pasar desapercibido, resultó ser un problema significativo para una pareja de turistas.

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Los viajeros en cuestión, quienes habían reservado tres noches en Casa Elvira, solo pudieron soportar una debido a que el gallo «no nos dejó dormir la primera noche», como lo expresaron en su reseña en la página de Booking. Este comentario, que inicialmente parecía ser solo una observación más, fue rápidamente compartido en Instagram por la cuenta Orgullo Galego, volviéndose viral y generando un debate en las redes sobre las expectativas y realidades del turismo rural.

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Detrás de la fachada perfecta.

Roberto y Elvira, propietarios de Casa Elvira, comenzaron su aventura en el mundo de la hostelería en 2020, y desde entonces han logrado mantener una puntuación impresionante, superando el 9 en la mayoría de las plataformas de reservas. Su éxito ha sido en gran parte gracias a los elogios consistentes de los huéspedes, quienes destacan tanto la calidad de las instalaciones como la calidez del trato que reciben. En una entrevista con La Voz de Galicia, los dueños compartieron su sorpresa ante la viralidad del incidente con el gallo, describiéndolo como “simpático pero al mismo tiempo surrealista”.

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Roberto, al recordar el episodio, mencionó que los huéspedes “eran catalanes y tenían poco más de cuarenta años”. A pesar de la molestia causada por el gallo, la pareja aceptó que el dinero no era reembolsable y optó por buscar otro alojamiento cercano, dejando en el aire la curiosidad sobre si su nueva estancia también incluía un gallo entre sus vecinos. Este detalle ha resaltado cómo la percepción de la comodidad puede variar drásticamente entre diferentes personas.

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Un sonido que pasa desapercibido.

Para Roberto, el canto del gallo nunca había sido un problema, ya que, según él, “el gallo canta lo normal”. Este comentario refleja cómo lo que para algunos puede ser un elemento pintoresco de la vida rural, para otros puede convertirse en un impedimento serio para el descanso. Este incidente, aunque aparentemente trivial, ha puesto de manifiesto las complejidades y desafíos de gestionar un negocio en el sector turístico, donde cada detalle, por pequeño que sea, puede influir en la experiencia del cliente y, por ende, en la reputación del lugar.