Maite Galdeano revela la gran mentira de su hija tras ser echada de casa

Conflicto familiar: cuando la relación se quiebra.

Lo que alguna vez se percibió como una relación inquebrantable entre madre e hija, ha terminado en un abrupto y escandaloso distanciamiento. El detonante fue la drástica decisión de Sofía Suescun, de 28 años, de expulsar a su madre, Maite Galdeano, de 55, de su hogar en Madrid, un hecho que se conoció hace pocos días. Esta decisión, que sorprendió a muchos, marcó el inicio de una serie de recriminaciones públicas y dolorosas.

Inicialmente, la madre, oriunda de Pamplona, optó por el silencio, tratando de mantener la compostura y evitar la confrontación. Sin embargo, la tensión acumulada finalmente la llevó a desahogarse públicamente, señalando directamente a Kiko Jiménez como el culpable de la fractura familiar. Este conflicto no surgió de la nada. Para entender la magnitud de lo sucedido, es necesario retroceder un mes en el tiempo, durante la participación de Sofía en el reality ‘Supervivientes: All Stars’.

Fue en ese contexto cuando se empezaron a manifestar las primeras tensiones entre Maite y Kiko, quien es la pareja de Sofía. Aunque en ese momento, las diferencias parecían no ser más que una simple anécdota, con el regreso de la joven a España, ambos intentaron mostrar un frente unido. Sin embargo, algo oscuro se gestaba en la intimidad del hogar, lo que llevó a Sofía a tomar la difícil decisión de expulsar a su madre de la vivienda que compartían, rompiendo así la fachada de armonía que habían intentado mantener.

«Ahora que he gestionado todo el daño que me han hecho os lo voy a contar. Mi hija Sofía me ha echado de casa inducida por el Ser que tiene al lado», declaró Maite Galdeano, visiblemente afectada por la situación. Movida por la indignación y la desesperación, la exconcursante de ‘Gran Hermano’ no escatimó en palabras para describir su dolor y señalar a Kiko Jiménez como el responsable de la discordia, calificándolo de «manipulador, terrorista emocional y chantajista emocional».

El regreso a la casa y la sorpresa de Maite.

Tras ser echada sin miramientos de la mansión que Sofía posee en la sierra madrileña, Maite decidió regresar a lo que alguna vez fue su hogar, impulsada por el amor hacia su hija y con el fin de recuperar sus pertenencias. Sin embargo, lo que encontró al llegar la dejó perpleja. Para su sorpresa, «habían cambiado todas las cerraduras», dejándola sin posibilidad de entrar en la que consideraba su casa.

Pero Maite, lejos de rendirse, no dudó en saltar la valla de la propiedad para intentar acceder. «Llamé a la Guardia Civil. Me ha dicho mi abogada que les guste o no puedo entrar a mi casa», señaló, mostrando que estaba dispuesta a pelear por lo que consideraba su derecho.

La madre, claramente dolida, ha centrado toda su furia en Kiko Jiménez, a quien acusa de ser el verdadero instigador detrás del distanciamiento con su hija. A través de sus redes sociales, Maite no ha dejado de denunciar lo que, según ella, es el control que Kiko ejerce sobre Sofía para aislarla de su entorno cercano. «Este Ser no se quiere ni a él mismo y tampoco quiere a mi hija. Él quiere el entorno de Sofía… Le está perjudicando muchísimo en su salud mental. Está anulada totalmente y sola. Esto es muy serio. Es un tío frío, calculador, ha conseguido alejarla de su madre… lo único que quiere es su beneficio», lamentaba con evidente angustia, al tiempo que expresaba su preocupación por el estado emocional de su hija.

La gran mentira de Sofía Suescun: ¿mintió diciendo que el piso era suyo?

Ante la situación insostenible, Maite decidió hacer las maletas y alejarse de la tormenta familiar, dirigiéndose a un lugar que, según ella, le ofrece paz y tranquilidad: su piso en primera línea de playa. Esta propiedad, que supuestamente había sido comprada por Sofía hace un año como una inversión, resultó ser, según Maite, de su exclusiva propiedad. «Estoy encantada en este piso a estrenar, con el mar en frente. Soy una mujer muy fuerte y resistente. Vida nueva. Estoy cada día más feliz, qué os den», exclamó con orgullo, dejando claro que, contrariamente a lo que muchos creían, ella había sido la que adquirió el inmueble. «¡Este piso es mío! Está a mi nombre y lo he comprado con mis dineros, que yo no soy una muerta de hambre como él [Kiko Jiménez]», sentenció, buscando reivindicar su independencia y fortaleza.

La revelación de Maite no terminó ahí. Recordó cómo en Pamplona poseía un ático, comprado con el esfuerzo de toda su vida, el cual vendió para adquirir la propiedad frente al mar. «En Pamplona tenía mi ático que lo compré con el sudor de mi frente y lo vendí para comprarme este piso a pie de playa», explicó, dejando entrever la magnitud de su sacrificio. La pregunta inevitable es por qué Sofía afirmó que era ella la propietaria.

Maite, con una mezcla de resignación y enojo, confesó que había cedido ante los deseos de su hija, permitiéndole decir que el piso era suyo. «Le hacía ilusión que dijese que es de ella y una madre lo hace. Pero este piso es mío, lo he pagado yo», concluyó, desvelando la gran mentira que había sostenido por el amor a su hija.

La expulsión de su propia casa por parte de Sofía ha sido el punto de quiebre definitivo para Maite, quien ha decidido romper cualquier lazo con su hija y Kiko. «Ya no los tengo miedo, no os quiero ni ver. No pensaba que me ibas a hacer este daño, echándome de casa (…) Nos os voy a perdonar en la vida. El karma que os va a venir a los dos va a ser multiplicado por millones», advirtió, prometiendo revelar todos los detalles de lo sucedido, sin dejar nada a la imaginación.

Un consejo final desde la distancia.

Desde la distancia, Maite se muestra resignada, pero no por ello menos combativa. Su dolor es palpable cuando expresa que lo único que ha hecho es querer a su hija sin condiciones, y que a cambio, ha sido rechazada por la influencia de un «Ser» al que considera tóxico. «Lo único que he hecho es querer a mi hija incondicionalmente y me ha dado la patada por un Ser. He sufrido muchísimo, he llorado muchísimo, demasiado», confesaba con amargura.

La situación, para ella, es incomprensible, y la gravedad de la acción de Sofía no deja de asombrarla. «Está muy feo echar a tu madre. Te va a pesar muchísimo. Vas a llevar esa cruz toda la vida. A mí no me quiere ver solo por arremeter contra el Ser. Te has vuelto una hipócrita compulsiva. Qué pena me das, ponte en manos de un psicólogo y deja a esa escoria», aconsejaba, dejando entrever su esperanza de que Sofía algún día abra los ojos.

Hasta el momento, ni Sofía ni Kiko Jiménez han respondido públicamente a las acusaciones de Maite, manteniendo un silencio que solo parece alimentar más la controversia. Sin embargo, además de ser expulsada de la casa, la influencer ha decidido bloquear a su madre en WhatsApp, cortando así cualquier vía de comunicación directa. Maite, quien lo reveló en Instagram, expresó su frustración por este último acto. «Mi hija está tan anulada que él le obligó a bloquearme del WhatsApp. La rata también me ha bloqueado pero eso me da igual», relataba, mientras anunciaba que ella misma había optado por dejar de seguir a ambos en las redes sociales. «Os acabo de dejar de seguir, no me interesáis ya (…) Ya lo he asumido, estoy muy tranquila. Soy fuerte como el hierro», finalizaba, mostrando una determinación que refleja tanto su dolor como su deseo de seguir adelante.

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