Trágico suceso.
Las tragedias, esos eventos que golpean con fuerza en el corazón de la sociedad, dejan marcas indelebles en el tejido colectivo, sobre todo cuando nos arrebatan a personas cercanas o admiradas. La muerte, una realidad ineludible, es a menudo acompañada por una mezcla de resignación y dolor, pero cuando esta llega de manera repentina, el sufrimiento puede tornarse abrumador, sobre todo si la pérdida corresponde a alguien que ha dejado una profunda huella en la comunidad. Este es el caso de Antonio Aranda, un hombre que será recordado por muchos.

Antonio Aranda, periodista y músico, quien dedicó más de 26 años de su vida a la delegación de RTVE en Balears, falleció a la temprana edad de 54 años. Nacido en Madrid pero con el corazón en Mallorca, lugar donde residía en Algaida, Aranda dejó un legado que trasciende tanto en el ámbito periodístico como en la escena musical. Su partida ha dejado un vacío difícil de llenar entre quienes lo conocieron y admiraron.
“Nos despedimos con una triste noticia. Ha muerto nuestro compañero Antonio Aranda, técnico electrónico y periodista de este informativo desde el año 1998, donde le pudieron ver en muchas ocasiones en los telediarios”, compartió ayer con voz quebrada su colega Bernat Company durante el informativo territorial, reflejando el sentimiento de desolación que embarga a todos aquellos que trabajaron a su lado. La noticia ha sido un golpe duro para la comunidad de RTVE en Balears.
El legado de un periodista multifacético.
Bernat Company, quien ha sido testigo de la evolución profesional de Aranda dentro de RTVE, confesó el gran vacío que su pérdida deja entre sus compañeros. Recordó que Antonio comenzó su carrera en RTVE-Balears como técnico electrónico, pero su curiosidad y talento lo llevaron a desempeñarse como informador, un rol en el que se destacó por su versatilidad.
“Le gustaba hacer reportajes de todo, muchos relacionados con la cultura. Hace unos días estuvo como espectador en el concierto de Tom Jones. La música era una de sus pasiones”, subrayó Company, pintando una imagen de un hombre apasionado y dedicado, cuyo trabajo reflejaba su amor por la cultura y la música.
Además de su trabajo en el periodismo, Antonio Aranda fue también un apasionado guitarrista, tocando en varios grupos locales y dejando una marca en la escena musical de Mallorca. Su influencia fue clave para el despegue de la cantante, guitarrista y compositora argentina Alejandra Burgos en la isla. Burgos, quien llegó a Mallorca en 2008 y luego se estableció definitivamente en 2014, encontró en Aranda no solo a un amigo, sino a un mentor y apoyo fundamental en su carrera musical.
Un lazo forjado en la música.
Alejandra Burgos no ocultó su conmoción tras la noticia de la muerte de Aranda, expresando su dolor a través de un sentido mensaje en redes sociales. “Antón de mi vida. Lo dimos todo. Y lo seguiremos haciendo. Hasta el final. Gracias. Tendré para siempre mi nombre en oro puro estampado con tus propias manos en mi primera guitarra Taylor, aquella que me has regalado con tanto amor cuando llegué a la isla y no tenía nada de nada. Solo querías que sonara bien y creciera como artista y persona. Gracias por cuidarme tanto”, escribió Burgos en su perfil de Facebook. Estas palabras reflejan no solo la tristeza de una pérdida irreparable, sino también la gratitud y el profundo vínculo que unía a estos dos artistas.
Antonio Aranda, con su partida, deja un vacío imposible de llenar en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo y trabajar a su lado. Su legado, sin embargo, continuará vivo en cada reportaje que realizó y en cada nota musical que tocó, recordándonos que, aunque la muerte sea parte del ciclo de la vida, el impacto de una vida bien vivida perdura mucho más allá del último adiós.