«Mis queridos cuñados… » Una camarera reconoce el comportamiento de los clientes que mas les saca de quicio

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Una vida detrás de la barra: entre risas y frustraciones

Trabajar cara al público siempre trae consigo una serie de desafíos que pocas personas fuera del gremio logran comprender. Aquellos que dedican sus días a la atención al cliente son testigos de un sinfín de situaciones que, aunque comunes para ellos, resultan insólitas para los demás. Entre estos trabajadores está La Churre, una camarera que ha encontrado en TikTok un espacio para compartir con el mundo las anécdotas más curiosas y, en ocasiones, frustrantes de su vida detrás de la barra. Su estilo desenfadado y sentido del humor la han convertido en una figura popular en la red social, donde con frecuencia se desahoga sobre las pequeñas y grandes molestias que enfrenta a diario.

La broma que nunca muere: «¿Pero qué roto?»

Una de las quejas recurrentes de La Churre es el hecho de tener que escuchar, casi religiosamente, las mismas bromas de siempre por parte de los clientes. A estos, a quienes ella se refiere con cariño como «mis queridos cuñados y cuñadas», les encanta jugar con una frase que ha pasado de ser graciosa a irritante: «¿Pero qué roto?». Esta expresión, aparentemente inofensiva, es lanzada por los clientes tras recibir la cuenta, como si fuera un comentario ingenioso o novedoso. Pero para La Churre, que ha escuchado esta misma broma en innumerables ocasiones, el chiste ha perdido todo su encanto y se ha convertido en un recordatorio constante de la falta de originalidad de algunos comensales.

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Humor para combatir la frustración

En sus videos, La Churre no oculta su frustración ante estas bromas repetitivas, aunque siempre lo hace con un toque de humor. “Oye, cariño, tú no lo sé, pero es que yo voy a romper la barra porque le voy a meter un codazo de UFC”, dice en uno de sus videos, combinando su irritación con un tono jocoso que deja claro que, a pesar de todo, mantiene una actitud positiva. Este sentido del humor es su válvula de escape, una manera de lidiar con las situaciones que, de otro modo, podrían ser verdaderamente agotadoras.

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El amor-odio hacia los clientes

A pesar de estas quejas, La Churre también confiesa que no puede evitar sentir cierto cariño por sus clientes, incluso por aquellos que repiten los mismos chistes una y otra vez. Para ella, cada interacción, por tediosa que sea, es parte de la experiencia que hace de su trabajo algo único. Reconoce que sus «cuñados y cuñadas» aportan momentos que, aunque a veces la sacan de quicio, también la hacen reír y recordar por qué disfruta tanto de lo que hace. Sin embargo, lanza un reto: “Exijo novedades, exijo un poquito de ingenio a la hora de echarle los chistes al camarero”, comenta con una mezcla de humor y seriedad, dejando claro que, aunque el chiste sea viejo, la buena disposición siempre está presente.

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El poder de la originalidad

La Churre deja una nota final para sus seguidores y clientes: aquellos que logren sorprenderla con una broma realmente ingeniosa y fresca, se llevarán algo más que una simple sonrisa. Promete que si alguien consigue arrancarle una carcajada genuina, lo recordará con afecto y no con el usual «insulto mental» que reserva para las bromas gastadas. “No te voy a insultar mentalmente, te voy a dejar que te vayas tranquilo”, asegura con su típico estilo desenfadado. Así, invita a todos a elevar el nivel de humor y a contribuir a hacer de su día algo menos predecible y mucho más divertido.

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