Un vínculo roto que perdura.
Juana es una madre que lleva más de dos décadas sin tener contacto alguno con sus hijas. Esta larga separación la ha sumido en un profundo sentimiento de abandono, llevándola a tomar una drástica y dolorosa decisión: desheredarlas. Ninguna de las dos hijas ha mostrado interés en mantener una relación con ella, un hecho que Juana ya no está dispuesta a soportar.

Para comprender en profundidad qué ha llevado a esta madre a tomar una decisión tan significativa, el programa ‘En boca de todos’ ha realizado una conexión en directo con ella. Durante la entrevista, Juana ha relatado con detalle los acontecimientos que han marcado su vida familiar en estos años de distanciamiento.
Un patrimonio ganado con esfuerzo.
Juana explica que sus hijas, ahora de 38 y 32 años, dejaron de hablarle cuando tenían 18 y 14 años respectivamente. A lo largo de su vida, ha acumulado un patrimonio de unos 200.000 euros, fruto de décadas de arduo trabajo en el sector de la limpieza doméstica. Juana siente que, dado el desprecio y desinterés de sus hijas, no quiere que ellas disfruten del fruto de su esfuerzo y sacrificio.
«He criado sola a mis hijas. Tenían a su padre, pero él no se ocupaba de nada. He trabajado muchísimo, muchas horas al día, ocupándome de todo sola cada vez que me necesitaban. Después, cuando crecieron, el bueno fue el papá. La pequeña me llegó a decir que para qué quería a una madre que solo limpiaba casas ajenas, y que prefería vivir con su padre porque él le podía ofrecer más», relata Juana con tristeza.
Una lucha desigual.
Juana también revela que su exmarido siempre ha tenido más recursos económicos que ella, lo que ha influido en la preferencia de sus hijas por él. «Él heredó y siempre ganó más que yo. Tenía un trabajo fijo. Yo, lamentablemente, aunque trabajé muchos años, solo cotizé diez porque mi marido me decía que no buscara un empleo fijo. Según él, ganaba más por mi cuenta y estaba más libre para atender a mis hijas», explica Juana, visiblemente afectada.
En diversas ocasiones, Juana ha intentado establecer contacto con sus hijas para resolver sus diferencias. Sin embargo, sus esfuerzos han sido infructuosos, especialmente con su hija mayor, quien nunca ha querido saber nada de ella. Juana cuenta, además, que su hija mayor se casó sin informarle y confiesa, con dolor, que tiene dos nietos a los que no conoce.
Por otro lado, Juana se muestra incomprensiva ante la decisión de sus hijas de vivir con su padre, a quien describe como un maltratador psicológico. Según Juana, él no trataba bien a ninguna de las tres, lo que hace aún más difícil entender por qué sus hijas lo prefieren a ella.
«Él siempre ha sido un maltratador psicológico. Nunca nos trató bien ni a mí ni a las niñas», añade Juana, dejando claro que su dolor no solo proviene del abandono, sino también de la injusticia y la ingratitud que ha sentido por parte de sus hijas. Esta situación la ha llevado al límite, empujándola a la difícil decisión de desheredarlas para siempre.