Sucedió en directo en Zaragoza.
El recital de Isabel Pantoja en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza el sábado 25 de mayo fue una velada que, con sus tres horas de duración, dejó una huella imborrable entre los asistentes. El evento no solo destacó por la inigualable voz de la artista, sino también por las emociones y recuerdos que compartió con el público. Desde el primer acorde hasta el último suspiro de sus canciones, Isabel demostró por qué sigue siendo una figura icónica en el panorama musical español.
El concierto comenzó con una versión a capella de ‘Veneno’, que permitió a la audiencia apreciar la calidad vocal de Pantoja en su forma más pura. El público, más de 4.000 personas que llenaban el recinto, respondió con entusiasmo, participando activamente y cantando al unísono éxitos como ‘Marinero de luces’ y ‘Hoy quiero confesarme’. Este coro espontáneo no solo subrayó la conexión profunda entre la artista y sus seguidores, sino que también hizo vibrar el pabellón con una energía palpable.
Los mensajes de la cantante que no han pasado desapercibidos.
Pero la noche no fue solo música. Muchos esperaban ansiosos si Isabel se pronunciaría sobre asuntos más personales. La artista, con su característico don para el drama, mezcló momentos de ternura con otros más duros, reflejando su compleja vida pública y privada. Con lágrimas contenidas, Isabel recordó a su madre, doña Ana, con palabras llenas de amor y nostalgia, afirmando “lo contenta que hubiera estado” de presenciar ese momento especial. Esta mención fue recibida con calurosos aplausos por parte de la audiencia, mostrando la empatía colectiva hacia la cantante.
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En otro emotivo pasaje de la noche, Isabel rindió homenaje a su querido amigo y legendario compositor Juan Gabriel. Recordando sus colaboraciones, entre ellas el célebre disco ‘Desde Andalucía’, dijo con voz quebrada: “He tenido la suerte de contar con los mejores compositores, y quiero mandarle un abrazo a Alberto, para que nos escuche en el cielo”. Esta dedicatoria, especialmente emotiva, culminó en una interpretación apasionada de ‘Así fue’, que una vez más unió a la audiencia en un canto colectivo que resonó en todo el recinto. La figura de Juan Gabriel, fallecido en 2016 a los 66 años, sigue siendo una presencia constante en los conciertos de Isabel, una prueba de la profunda amistad que los unía.
El concierto también fue una oportunidad para Isabel de reconocer a quienes la acompañan en esta gira. Mencionó con especial afecto a Víctor Eloy, el director de su orquesta, extendiendo su gratitud a los más de veinte músicos y cantantes que la apoyan en el escenario. Este gesto de agradecimiento subrayó la humildad y el compañerismo que Isabel sigue cultivando tras décadas de carrera.
«A mis cuatro».
En un momento de espiritualidad, Isabel compartió su devoción por la Virgen del Rocío, recordando con añoranza los años que lleva sin poder participar en el camino del Rocío. En un gesto simbólico y emotivo, adaptó la letra de ‘Promesas del camino’ para incluir también a la Virgen del Pilar, habiendo visitado su basílica apenas dos días antes, el jueves 23 de mayo. Este acto reflejó la profunda conexión espiritual y cultural que Isabel mantiene con sus raíces y tradiciones.
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Sin embargo, la noche no estuvo exenta de indirectas y declaraciones contundentes. En un momento cargado de tensión, Isabel proclamó: “Soy buena porque mi madre me parió buena, a pesar de lo que dicen”. Esta frase, dirigida a sus detractores, precedió una interpretación cargada de despecho, donde dejó claro que “mucha gente va a extrañarme, aunque ellos no lo crean; ustedes lo harán, pero de otra forma”. Estas palabras parecieron apuntar a su complicada relación con personas cercanas, subrayando las dificultades personales que ha enfrentado recientemente.
Las tensiones familiares de Isabel han sido un tema recurrente en los medios. Actualmente, su relación con sus hijos Kiko e Isa es distante, marcada por conflictos y desencuentros. Un ejemplo reciente es la comunión del hijo de Isa, a la que Isabel no fue invitada, con Isa declarando que “tampoco la esperaba, porque se desentiende de cumpleaños o de felicitaciones de Navidad”. En contraste, Isabel mantiene una estrecha relación con su hermano Agustín, quien gestiona sus asuntos profesionales, y con su sobrina Anabel, que forma parte de su equipo de apoyo aunque no pudo asistir al concierto en Zaragoza por compromisos laborales en el festival Desalia de Gran Canaria.
Cabe destacar que también aprovechó su reciente concierto en Almería para lanzar otra indirecta a sus hijos. Isabel quiso dedicar la canción ‘Hasta que se apague el sol’ de Juan Gabriel, a sus nietos, y proclamó: “Va dedicada a mis cuatro, no hace falta que diga más nada, a mis cuatro».