Un soltero acaba indignado por el feo gesto de su cita en First Dates: «¡Puerta!»

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Una Noche de Primeras Citas

Cristóbal, un soltero catalán de 58 años, llegó al restaurante de First Dates con la compañía y el empuje de dos amigos. “Me dejé medio engañar y cuando me di cuenta estaba aquí”, relataba con una sonrisa. No era un hombre de conformarse fácilmente; buscaba a alguien especial. “Me gustan altas y con cultura”, afirmaba con decisión.

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Rosa, su cita de la noche, era una mujer de 59 años con pasión por el cine y las redes sociales, siempre activa en el mundo digital. “Estoy todo el día subiendo fotos y editando”, compartía entusiasmada.

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Encuentros y desencuentros

La primera impresión fue de normalidad. Cristóbal veía en Rosa una elegancia que le atraía. Sin embargo, la timidez inicial y una conversación que no terminaba de arrancar, pronto revelaron que tenían poco en común.

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La barba de Cristóbal se convertía en un punto de fricción; Rosa prefería a los hombres afeitados. “A mí me gustan afeitados, no soporto las barbas. Son unos perezosos, no se afeitan por pereza”, expresaba con firmeza. “Mi perilla no me la va a quitar nadie”, replicaba él, igual de firme.

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Choque de aficiones y el gesto de la ‘sentencia’

La velada avanzaba y con ella, las diferencias se hacían más evidentes. Hablando de profesiones, Rosa sentía que Cristóbal mostraba poco interés en su vida. Y cuando el tema cambió a aficiones, la brecha se ampliaba: a él le encantaba bailar salsa, mientras que ella rechazaba ese género musical. “¿Tú no has bailado nunca sardanas?”, preguntaba Rosa, buscando algún punto de conexión. “No me gusta ni la sardana ni la jota ni las sevillanas. No me gustan los bailes regionales”, sentenciaba Cristóbal.

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La tensión creció cuando ella le pedió a Cristóbal que tomara fotos de ella con el equipo, algo que a él le pareció del todo irrespetuoso e inapropiado. “Hay que mantener cierta compostura y modales. Eso no me ha gustado. Si no me encaja, puerta”, decía desaprobador.

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Un Final predecible

La decisión final no sorprendía a nadie; la falta de química entre ambos fue totalmente evidente, y los dos decidían no continuar el camino juntos.

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A pesar de la esperanza inicial, la cita no había florecido como se esperaba, y cada uno seguía con su búsqueda, por separado, de esa conexión especial que aún no habían encontrado durante la velada.